Un susto de muerte.

En vez de mirar al frente, miraba mis zancadas intentando mantenerlas a un ritmo lento y no como habitualmente que llego a los sitios
el día anterior a la cita.
Pues en estas estaba cuando chocó mi hombro con otro de la misma altura. Claro, instintivamente mire y cuando vi aquello sentí cómo mi cara se desfiguraba por el miedo a la vez que un grito terrible (yo misma me sorprendí y aterré) llenó todo. Yo me asusté, él se asustó más y cada uno corrimos en direcciones opuetas.
-¡Bendita Rosa de los vientos! ¡Benditas cuatro dimensiones! ¡Benditas palabras "tú por aquí y yo por allí! pensé.
Pero como todos los caminos llevan a Roma, volvimos a encontrarnos. Esta vez nos cruzamos, nos miramos de reojo y no dijimos nada.
Es que... Estaba pensando, que dan mucho miedo y no debería ser así ¿O sí?