Es que... estaba pensando que no siempre subimos hacia arriba ni bajamos hacia abajo. Sí ya sé que parece que me ha picado un bicho raro... Pero mi amiga Lola, llevaba unos días subiendo escalones, contenta, con energía y entusiasmo. Pasaban los días y ella continuaba a lo suyo, venga a subir escalones (hacia arriba). De repente se sintió muy cansada, realmente el esfuerzo estaba siendo titánico. Lola paró, miró sus pies, se tocó el pelo para asegurarse de que estaba bien peinada, se aliso el vestido
y se estiró las medias.
- Voy a descansar un poquito, se dijo. Y se sentó en un escalón. ¿Cuántos habré subido?
se preguntó orgullosa.
Miró hacia arriba y después hacia abajo por el hueco de la escalera...
En ese instante abrió la puerta un vecino que iba
a comprar el pan.
- ¡Lola, tu cara es un poema! dijo. Y desapareció.
Lola apoyó la cabeza en sus rodillas.
- Otra vez, pensó resignada. Otra vez que pensé que mientras subía escalones iba adelante. Otra vez que hice una puñetera parada para asegurarme de que el esfuerzo merecía la pena. Y otra vez que subo estos puñeteros escalones sin subir hacia arriba.
(Continuará. Y espero que bien, porque si no mando instalar un ascensor en el hueco
de la escalera de mi amiguita)
y se estiró las medias.
- Voy a descansar un poquito, se dijo. Y se sentó en un escalón. ¿Cuántos habré subido?
se preguntó orgullosa.
Miró hacia arriba y después hacia abajo por el hueco de la escalera...
En ese instante abrió la puerta un vecino que iba
a comprar el pan.
- ¡Lola, tu cara es un poema! dijo. Y desapareció.
Lola apoyó la cabeza en sus rodillas.
- Otra vez, pensó resignada. Otra vez que pensé que mientras subía escalones iba adelante. Otra vez que hice una puñetera parada para asegurarme de que el esfuerzo merecía la pena. Y otra vez que subo estos puñeteros escalones sin subir hacia arriba.
(Continuará. Y espero que bien, porque si no mando instalar un ascensor en el hueco
de la escalera de mi amiguita)